Nota: Maestro de ilusiones
- alvanezziformador
- 31 dic 2020
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Facundo Alvanezzi respira fútbol formativo. Recorrió el país y gran parte del mundo con distintas clínicas, charlas y encuentros, y ahora que no puede hacerlo, recibe consultas de otros clubes y entusiastas de distintas partes del mundo. Aprovechando la calma obligada que le impuso el Covid-19, paró la pelota pero no las ideas y nunca dejó de aprender y transmitir. La pausa le sirvió para repasar su recorrido y proyectar sus sueños, ligados a la educación, y que la misma esté al alcance de todos, para que el crecimiento sea colectivo. Se define como un autodidacta y se resume en una frase: “Soy una persona que usa la pelota como instrumento para llevar a cabo una enseñanza social, cultural, y estructural del futbolista que vaya más allá del hecho de patearla”.
Alvanezzi nació en Bragado, una ciudad ciclística por excelencia, y la cuna de Héctor Larrea, uno de los principales íconos de la radiofonía argentina. Pero rumbeó para el lado del fútbol. Allí jugó en Sportivo, como un jugador de potrero. ‘De potrero puro’ remarca. Una mudanza familiar por cuestiones laborales de su papá, Martillero y Corredor Público, lo alejaron del pueblo y lo acercaron con 14 años a Mar del Plata. Cambió de sitio, pero no de pasión. En La Feliz pasó por Kimberley y Deportivo Norte. Una tarde inspirada en San Martín despertó la admiración de un intermediario que lo convenció para que se sumara al Livorno Calcio del ascenso italiano. No lo dudó y partió. Tuvo una buena temporada en el Amaranto, de allí emigró a Suiza para ser primero parte del Locarno, luego del FC Tressa Monteggio y por último, hasta su retiro en 1998, con apenas 31 años de edad, del FC Caslano.
Antes de colgar los botines, germinaba en él otra idea, afuera de las canchas. “A los 24, 25 comencé a sentir la necesidad de trasladar toda mi experiencia pero como formador” cuenta. Impostergables cuestiones de índole familiar aceleraron el regreso a Mar de Plata y determinaron el abrupto final de su carrera. “Mi experiencia como jugador fue muy positiva, aprendí mucho, hice mi carrera solo, sin representantes ni ayudas grandilocuentes” dice. Y empezó otra etapa; había comenzado a inmiscuirse en las metodologías de entrenamiento de sus directores técnicos, a preguntarse y preguntar el por qué y el para qué de cada trabajo ejercitado. Con doble nacionalidad –argentina e italiana- hablaba cuatro idiomas (español, italiano, francés y alemán) y había logrado consustanciarse con los hábitos culturales europeos. Sólo le faltaba transmitir todo lo adquirido. Y empezó. “En el 99, 2000, arranqué en Cadetes San Martín de Mar del Plata, Aldosivi y volví al Basilea, donde pude aplicar todo lo que aprendí”.
Suiza le abrió las puerteas y su ‘amigo y mentor’, scout del Basilea, el ex futbolista Néstor Subiat, radicado en Francia, lo ayudó a dar los primeros pasos para difundir su trabajo. Había allí un campo fértil, para desarrollar. Luego de algunos cambios que lograron la selección nacional, que se ha clasificado en los campeonatos de Europa y del mundo de manera regular desde 1994 y muchos jugadores suizos que juegan o han jugado en equipos europeos de primera línea, como el Barça, el Arsenal o el Liverpool, en Suiza, el fútbol también es un deporte popular: cuenta con más de 1.400 clubes y 268.000 federados, de los que el 8% son mujeres. Un sitio ideal para comenzar lo que terminó siendo una carrera intensa, prolífica y extensa.
Estaba en un lugar organizado, tranquilo y con futuro previsible, desarrollando su trabajo pero regresó a Argentina ¿Por qué volvió?
-“Por una cuestión puramente personal, que tiene que ver con un cansancio físico y mental, luego de 20 años de vivir en Europa y de 10 de trabajar pegado a un bolso. El Basilea tiene un Centro de Formación de última generación, y obliga a un trabajo intenso, viajes constantes por todo el mundo, que me tuvieron más afuera que en mi casa, hablando 4 idiomas al mismo tiempo, fue un desgaste físico y mental importante, y me empezó a pasar factura el tiempo. No es lo mismo Europa a los 20 que a los 50, así que quería volver y ver la posibilidad de aplicar todo el aprendizaje europeo en el país; estaba de vacaciones, coincidió la pandemia, así que me sirvió para una introspección grande y me puse a pensar en desarrollar todo este potencial en el fútbol sudamericano; me llegan opciones laborales de la región, incluso de Europa, pero busco algo más latino después de tanto tiempo, así que estoy en esta etapa de desafío anímico, espiritual…me siento orgulloso de ser Bragadense, así que esta nueva experiencia que quiero empezar va a ser también un nuevo desafío”
¿Qué vio allá, de la base del fútbol de nuestro país?
-“En Basilea uno se encuentra con una sociedad organizada, bien estructurada, con un calendario que no sólo viene manejado por el club sino por la Federación, y donde uno tiene que dedicarse sólo a trabajar. Por aquellos años, fines de 2007, principios de 2008, las grandes diferencias estaban en las carencias de estructuras, de materiales, de canchas de excepción. Eso ya era común en toda Europa, y eso marcaba las diferencias entre uno y otro fútbol. Si bien acá los futbolistas siguen siendo de excepción y yo los considero un diamante en bruto, esas diferencias de metodología y de estructuras son las que además de marcar las diferencias, le permiten al formador desarrollarse y redunda en un crecimiento desde todo punto de vista. La desigualdad es muy grande en las categorías formativas, la revolución que hicieron desde el Mundial de Corea Japón de 2002 a esta parte, les permitió marcar una diferencia en el juego, en la técnica, táctica y también en lo psicológico”.
¿Tenemos técnicos formadores en Argentina?
-“Sí, Argentina tiene formadores de excepción, César Luis Menotti, del cual soy un gran admirador, José Pékerman, Marcelo Bielsa, Jorge Valdano, solo por nombrar algunos argentinos que han hecho escuela en el mundo entero; creo que el país tiene un núcleo selecto de formadores que pueden hacer una tarea excepcional, que solamente deben encontrar el lugar para desarrollar su trabajo, existen y están dadas las posibilidades y hay lugares, solo que a veces la capacidad dirigencial no condice con la de los formadores, muchas veces se anteponen una serie de factores previos a la formación y la formación requiere un proceso y un tiempo ilimitado; nadie puede decir que los tiempos madurativos de los futbolistas se van a cumplir en un determinado período, algunos futbolistas llegan más rápido y otros, más lento. En Argentina solo hace falta no apresurar a los formadores con los resultados, sino darles tiempo para desarrollar su tarea, el argentino es una persona muy capaz, acá estamos vinculados con un montón de inconvenientes y por eso no es una tarea fácil. Solo tenemos que volver a las fuentes, al fútbol de potrero, al fútbol de gambeta, un fútbol estéticamente bello, que le dé lugar al juego y no al resultado”.
Recientemente Javier Mascherano inauguró su Academia en Lincoln, para captar chicos, en principio entre 4 y 12 años que no estén federados a ningún club de la ciudad…buscan formar con proyección…
-“La Academia de Mascherano es un proyecto de envergadura, que no existe en el país, es algo que va a ser muy satisfactorio, y que la desarrollen en la zona puede ser el puntapié para que surjan otras academias, además es un punto de partida para una región muy rica en la provincia de Buenos Aires, en un lugar no tan distante de Capital, donde se puede trabajar con más armonía, sin tantas urgencias de las grandes ciudades. Celebro la iniciativa y deseo de corazón que sea un éxito rotundo en el proceso educativo y formativo, procesos así no solo desarrollan futbolistas, sino que sirven para acompañar un desarrollo con la escuela, y con aspectos sociales y culturales que tienen que ver con el desarrollo de la persona. Ojalá sirva de ejemplo para otros que sigan con el mismo derrotero, y que sirva para desarrollar el fútbol argentino”.
¿Tenemos un problema cultural al priorizar el resultado antes que el crecimiento de un futbolista?
-“Eso nos habla de grandes carencias y un vacío muy grande, porque el jugador se ve confrontado y en la falsa creencia que, por el solo hecho de ganar, cree que está cumpliendo un proceso madurativo sin ver que está saltando los ciclos didácticos de oro y que son insustituibles, que van de los 5 a los 10 años, de 10 a 15 y de 15 a 20. ‘Los llamados triángulos didácticos’ deben ir encadenados a los procesos de formación…a ver… no es que no importe el resultado, sino las formas; yo prefiero perder campeonatos con el aval que los errores nos enseñen a puntualizar una carrera, a valorar el error. Debemos entender que la derrota no es un drama, que los chicos están formándose y que debemos permitirles equivocarse. El fracaso no es una mala palabra, el fracaso ayuda a mejorar. Fracasando vamos alcanzando objetivos. Todo lo que tiene que ver con priorizar el resultado y sirva para tapar el proceso madurativo del jugador, luego salta en primera en aspectos como la falta de control de la pelota, imprecisión de pases, hay jugadores que no saben cuándo presionar en línea o en bloque, otros que no manejan ambas piernas, o ambos parietales para cabecear; es contraproducente poner el resultado o un título al trabajo formativo; si mi trabajo en octava o novena está condicionado por un resultado, el camino es equivocado. Acá hay que perder mucho, para luego ganar en primera división o en la elite”
-¿Cómo puede formarse un futbolista profesional en el país, cuando las urgencias económicas lo hacen emigrar muy joven, sin madurar en ningún aspecto?
-“La formación de un futbolista en Argentina se ve interrumpida por las urgencias económicas que son insalvables y lo seguirán siendo en la medida que Argentina no tenga una estructura social, económica, física, geográfica importante. Porque al no tener un sostén, se ven obligados a salir temprano del país, y no podemos disfrutarlos por el sólo hecho que no se los puede sostener desde el plano económico, social y cultural. Lamentablemente, nos está faltando una preparación importante para enfrentar el mundo. ¿Cuántos chicos de 15, 16 o 17 años hay en la actualidad en Primera División? Dentro del contexto de un fútbol de exportación, no se pueden acelerar los procesos de maduración, cuando el chico no está preparado ni física, ni mental, ni psicológicamente, ni muscularmente para aguantar los ritmos de Primera División y mucho más todo lo que tenga que ver con un fútbol de elite, de Champions League, de selecciones. El chico, en el proceso madurativo, necesita pasar por diferentes etapas dentro del aprendizaje que son fundamentales. Hay edades básicas donde tienen que jugar muchísimo, que va desde los 5 hasta los 13, 14 o inclusive 15 años, donde tiene que aprender jugando. A partir de los 15 años se les puede incluir elementos de índole física, táctica, sistemas de juego. Esas etapas son inalterables, porque en definitiva esto es un juego. La etapa de maduración te la va dando la pelota, te la va dando la velocidad, la paridad de lo físico, la paridad de las capacidades intelectuales, la capacidad de interactuar con tus compañeros y con el rival, el entendimiento del juego...A todo ese proceso hay que vincularlo con un crecimiento desde tempranas edades hasta una edad de poder debutar en Primera”.
-Hace poco Marcelo Gallardo dijo que se ven partidos bastante chatos, feos. ¿Considera que algo viene mal de abajo para que arriba el fútbol sea bastante parecido? Mucha marca, mucho físico, pero poca belleza en el juego.
-“Sus dichos reflejan un espectro de la sociedad, que va mas allá de lo futbolístico; en el fútbol tenemos la premura de jugar y de llegar a primera o al fútbol europeo con una velocidad que nos hace saltar etapas, queremos suplir la técnica con lo físico, lo físico lo queremos suplantar con lo táctico, lo táctico lo queremos suplantar con el rigor metodológico y estamos confundiendo todo lo que tiene que ver con lo lúdico; se tiene que valorar el error porque ahí está el aprendizaje, se privilegia el fútbol físico, aguerrido, de correr y trabar, en desmedro de lo estético, bien jugado, con transiciones; las transiciones no son solo físicas, sino mentales; considero que, por lo que se ve arriba, hay que hacer un replanteo muy profundo abajo, para que el fútbol que se vea, sea distinto, y de calidad.
Alvanezzi es un admirador de grandes referentes de la pelota. Pero a sus jugadores también les habla de Jorge Luis Borges y de Réne Favoloro, porque entiende que la trasmisión de conocimientos debe trascender lo meramente futbolístico, cree que el joven que no pude llegar al profesionalismo tiene que dejar el club con un bagaje cultural que lo habilite para afrontar una vida universitaria o laboral exitosa.
-Ha declarado que se siente un ‘artesano de la formación’ ¿Por qué se definió así?
-“Formar y entrenar son dos aristas fundamentales en el arte de la enseñanza del deportista. Me gusta trabajar la materia prima del futbolista con los sistemas que no tienen que ver con lo táctico, sino con herramientas viejas: simplemente jugar a la pelota. Jugar es el juego de potrero, de picardía, valorar el hecho creativo del futbolista, donde él imponga su idea y yo sumarme a él. Mi trabajo consiste en moldear al futbolista; ser artesano tiene un vinculo extraordinario con la formación y con los grandes maestros que admiro como Menotti, Maturana, Amor, Pékerman, Bielsa y tantos exponentes más, que son artesanos de una cultura del buen fútbol y la técnica por sobre todas las cosas”.
-¿Se queda en Mar del Plata, buscará desparramar sus ideas en el país, o siente que somos un caso perdido y partirá rumbo a otros horizontes?
-“No sé puntualmente dónde voy a desembarcar. En mi casa estoy rodeado de libros, escritos, música y eso tiene que ver con la formación. Este período de pandemia me hizo volverme hacia adentro, no soy de tomar decisiones por impulso sino por sentimientos y por racionalidad; me encanta escribir, leer, y continuamente recibo mensajes de todo el mundo; veré si logro conocer a Pep Guardiola o Bielsa, he recibido algunas propuestas de Federaciones, que me preguntan por mis ideas; pero mi tarea es seguir formando, enseñar, es un punto de inflexión en mi vida, que me lo propuse como objetivo. La formación no es fácil, hay que tener mucha capacidad, entrenar puede entrenar cualquiera pero formar no. Hay que entender de pedagogía, de psicología, transmitir valores, de la ética, moral, hay que ser un poco padre, amigo. Por eso, espero estar en algún proyecto alejado de la premura, y desde el anonimato, porque es cuando más puedo crecer, ojalá que el mundo me sorprenda y yo pueda contribuir con mi conocimiento”.
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