Nota: " Facundo Alvanezzi, vivir para aprender, aprender para formar"
- Facundo Alvanezzi
- 27 ago 2020
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 11 dic 2020
Facundo Alvanezzi, vivir para aprender, aprender para formar Esta columna reseña la trayectoria profesional de Facundo Alvanezzi, un hombre del fútbol, un formador de jugadores, un ser pensante, reflexivo, un entrenador que admira tanto a Réne Favaloro como al Flaco Cesar Luis Menotti, a Jorge Luis Borges como a Jorge Valdano.

“Debe entenderse que todos somos educadores. Cada acto de nuestra vida cotidiana tiene implicancias, a veces significativas. Procuremos entonces enseñar con el ejemplo”.
René Favaloro
Comienzo a escribir esta crónica refutando los argumentos de quienes creen, en principio, que todo lo bueno acontece siempre fronteras afuera de nuestro país y que los ciudadanos suizos son adorables personajes que solo aman la puntualidad que señalan las agujas de sus costosos relojes de primerísimas marcas.
Hace algunos años el Negro Alejandro Dolina refutó la antojadiza sabiduría de los viajeros que recorren el mundo profesando que esta experiencia es la única forma de alcanzar la cultura y aun la sabiduría. “La afirmación no parece muy consistente: la calle está llena de sujetos que han recorrido los cinco continentes, permaneciendo en la más inmaculada ignorancia”.
El FIFA Gate, escandalosa maniobra delictiva que involucró a reconocidos dirigentes deportivos, desnudó las irregularidades que llevaron adelante los mandamases de esta corruptísima federación multinacional. Bajo la conducción del suizo Joseph Blatter, ex presidente con sede monárquica en Zúrich, hubo malversación de fondos, sobornos, lavado de dinero, fraude electrónico, compra de votos, pago de coimas, reventa de entradas y oscuras negociaciones por los derechos de transmisión de los mundiales de fútbol.
Releo al inolvidable Eduardo Galeano: “La FIFA, que tiene trono y corte en Zúrich, el Comité Olímpico Internacional que reina desde Lausana, y la empresa ISL Marketing, que en Lucerna teje sus negocios, manejan los campeonatos mundiales de fútbol y las olimpíadas. Como se ve, las tres poderosas organizaciones tienen su sede en Suiza, país que se ha hecho famoso por la puntería de Guillermo Tell, la precisión de sus relojes y su religiosa devoción por el secreto bancario”.
Estos buenos y contundentes ejemplos me permiten despojarme de cualquier tipo de prejuicios o preconceptos en favor o en contra del personaje de esta columna. Es decir, traduzco: viajar por el mundo, triunfar o ser el mejor en el exterior, es un hecho que a mí me resulta tan trascendente e importante como el que puede lograr alguien que jamás se subió a un avión y alcanzó reconocimiento popular en el club de su barrio. El buen docente es bueno aquí, a la vuelta de la esquina o del otro lado del océano.
Por tanto, esta reseña periodística narra las vivencias de Facundo Alvanezzi, un laborioso y muy capacitado formador de jugadores; reconoce sus virtudes profesionales y revalora su valiente y sacrificada trayectoria como futbolista del ascenso europeo.

Facundo es oriundo de Bragado, ciudad ciclística por excelencia, cuna del maravilloso e inigualable Héctor Larrea, uno de los principales íconos de la centenaria radiofonía argentina. Allí jugó en el Sportivo hasta que la mudanza familiar a Mar del Plata por cuestiones laborales de su papá, Martillero y Corredor Público, lo acercaron a los 14 años de edad a Kimberley. En el Dragón tuvo muy buenos entrenadores de divisiones menores que lo ayudaron a crecer como futbolista y le permitieron adaptarse exitosamente a las características del campeonato local.
Luis Merengue García y el inefable Juan Carlos Carpeta Eito potenciaron a ese pequeño mediocampista bragadense con muy buena técnica y proclive al buen trato de la pelota y le permitieron formar parte del primer equipo verdiblanco. Fito De Santis, Balita Laxalde, el Chueco Da Silva y el Quichu Maffioni, entre otros, forjaron y moldearon su personalidad en un competitivo certamen liguista.
En 1989, tras una fallida prueba en Ferro Carril Oeste, fichó de la mano del Jefe Carlos Montenegro en Deportivo Norte para jugar en el equipo que afrontaría el campeonato marplatense. Cabe recordar que por entonces el aurinegro del barrio La Perla era además protagonista de lujo del viejo certamen Regional. Una tarde inspirada en el añorado San Martin despertó la admiración de un intermediario que lo convenció para que se sumara al Livorno Calcio del ascenso italiano. Tras una buena temporada en el Amaranto emigró a Suiza para ser primero parte del Locarno, luego del FC Tressa Monteggio y por último, hasta su retiro en 1998, con apenas 31 años de edad, del FC Caslano.
Impostergables cuestiones de índole familiar aceleraron el regreso a Mar de Plata y determinaron el abrupto final de su carrera. “Mi experiencia como jugador fue muy positiva, aprendí mucho, hice mi carrera solo, sin representantes ni ayudas grandilocuentes. Hoy me siento pleno por lo desarrollado en un fútbol tan táctico, estructurado, moderno y organizado”.
En el cierre de su trayectoria futbolística comenzó a inmiscuirse en las metodologías de entrenamiento de sus directores técnicos, a preguntarse y preguntar el por qué y el para qué de cada trabajo ejercitado. Ya hablaba correctamente cuatro idiomas (español, italiano, francés y alemán) y había logrado consustanciarse con los hábitos culturales europeos, especialmente suizos.
En Argentina, en plena crisis socio – económica del año 2001, comenzó su aventura como formador de futbolistas en una promocionada y exitosa escuela para jóvenes que él ideó y dirigió. Un año después trabajó en Cadetes de San Martín hasta recalar en 2003 en el Proyecto Juvenil del Club Aldosivi. En 2008 armó nuevamente las valijas, viajó a Suiza y desembarcó en el Basilea, institución en la que desempeño durante diez años su tarea como entrenador específico de juveniles. En el Centro deportivo Torreta de Bellinzona, dependiente de Macolin, Zúrich, se graduó como entrenador de futbolistas menores de 21 años.
“Todas mis capacitaciones tienen que ver con la formación. Enseñar es la parte más difícil, la parte más compleja, hay que estar en todos los detalles, tener objetivos claros y por supuesto tener muchos conocimientos para entender que existe en todo proceso una evolución continua. Cierto es que en la competencia todos queremos ganar, pero debemos entender que la derrota no es un drama, que los chicos están formándose y que debemos permitirles equivocarse. El fracaso no es una mala palabra, el fracaso te ayuda a mejorar. Fracasando vamos alcanzando objetivos”.

Muchos de los talentos que Alvanezzi formó, en el marco de un interdisciplinario equipo de trabajo, son destacadas figuras del torneo suizo, cinco de ellos integrantes del equipo titular que representó al Basilea en la presente edición de la Europa League. Sin menospreciar ni desmerecer las cualidades de los entrenadores sudamericanos, Alvanezzi pondera el proyecto suizo, en el cual él entiende se perfecciona la técnica individual respetando los tiempos de cada jugador y donde se aprende, gracias al constante roce internacional, a comprender la competencia como tal.
“El futbolista argentino es un diamante en bruto. Hay muy buenos entrenadores y formadores, pero como sociedad somos muy exitistas, no hay tiempos de espera, queremos todo ya, ahora. Es un factor cultural y social, no nos permitimos y no les permitimos a los chicos equivocarse, aprender de los errores. Y además, espero que no se enojen, a los argentinos por ejemplo no nos gusta trabajar en equipo, ni aceptar las críticas ni las correcciones de los demás. ”
Sumo a esta crónica una valiosa reflexión de mi amigo Diego Elejalde, Profesor de Educación Fisca y Licenciado en Psicología, una virtuosa mirada sobre el rol de los adultos, en este caso de los entrenadores formadores, en el vertiginoso proceso de detección y promoción de niños y jóvenes futbolistas.
“Los tiempos posmodernos se caracterizan por el primado de la inmediatez, la vorágine permanente, el pasaje metonímico incesante de una a otra cosa sin pausa, el reinado de la imagen, la eficiencia y el resultado, la robotización de lo humano. Al decir de Bauman, es la era de la fluidez, el mundo líquido. En este contexto, y con la aparición de los nuevos agentes de socialización: los medios masivos de comunicación y las nuevas tecnologías atravesados por la lógica del mercado; se constituyen las nuevas figuras de la infancia. La posición adulta está atravesada por esta configuración cultural y por ende su mirada hacia la infancia también. La infancia des-realizada y la infancia hiper-realizada que plantea Narodowski tan disímiles entre sí, tienen un punto en común: pareciera que los niños no necesitaran de los adultos. Enfatizo el condicional, porque afirmar que la infancia no necesita del adulto es una falacia. La asimetría entre el niño y el adulto es necesaria, no quita derechos a la infancia, al contrario, los garantiza. Y cuando precipitamos a los niños, los desalojamos. Junto a otras, como la prematura exposición a las formas de violencia o erotización, creo que la atletización precoz es una de las formas del desalojo. El deporte infantil a veces no logra escapar, como tantas otras cosas, a la lógica descripta”.
Facundo Alvanezzi es un admirador incondicional de César Luis Menotti, Jorge Valdano, Pablo Blanco y Guillermo Amor. A sus jugadores también les habla de Jorge Luis Borges y de Réne Favoloro, porque entiende que la trasmisión de conocimientos debe trascender lo meramente futbolístico, cree que el joven que no pude llegar al profesionalismo tiene que dejar el club con un bagaje cultural que lo habilite para afrontar una vida universitaria o laboral exitosa, sin limitaciones ni condicionamientos educacionales.
En la actualidad Facundo reside en Mar del Plata y a los 54 años de vida espera una posibilidad que le permita transmitir sus conocimientos en el fútbol argentino. En su derrotero profesional se exaltan sus capacitaciones en el AC Milán, en el Barcelona, en el Zenit FC de San Petersburgo, en el Bayer de Múnich, en el Sevilla, en el Racing Club de Estrasburgo, en el Basilea y en FC Sochaux-Montbeliard francés.
Esta columna periodística, reitero, ajena a todo preconcepto y prejuicio, reseña la historia de un laborioso y muy respetado trabajador del fútbol, un formador de futbolistas que en los hechos y través de su ejemplo pregona como su respetado Jorge Luis Borges que “la educación no es un instrumento infalible, ninguno lo es, pero es el más precioso de todos, tal vez sea el único”.
Mario Giannotti
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