Nota: "Que uno haya sido un gran futbolista no significa que vaya a ser un gran entrenador"
- Facundo Alvanezzi
- 18 feb 2020
- 9 Min. de lectura

El formador radicado en Mar del Plata, con larga trayectoria en las inferiores del Basilea de Suiza, analizó el rol de los entrenadores y profundizó sobre la enseñanza en el fútbol infanto – juvenil
Facundo Alvanezzi nunca se olvida del fútbol formativo. Tras varios años como entrenador de divisiones infanto-juveniles en Aldosivi, Cadetes y Basilea de Suiza, mantiene vínculos con jugadores a los que en su momento supo guiar. A su vez, nunca dejó de formarse. A la espera de poder volcar toda su experiencia, se nutre en reuniones con distintos referentes del fútbol mundial, muchos de ellos a la vanguardia en la enseñanza a futbolistas infantiles y juveniles en Europa.
Mientras recorre el país con distintas clínicas en las que no deja de sorprenderse por el talento con el que se encuentra, Alvanezzi hace una pausa en Mar del Plata, para la pelota y deja correr las distintas situaciones con las que se encuentra un entrenador de inferiores.
La clasificación obtenida por la Selección Argentina en el último torneo Preolímpico sub 23, el rol del formador, la toma de decisiones en el juego por parte del futbolista, y la forma de abordar el talento de un jugador fueron algunos de los temas en los que se explayó el reconocido entrenador en diálogo con Ahora Mar del Plata.
¿Creés que la actuación de la Selección Argentina en el Preolímpico marca realmente un camino de crecimiento en el fútbol juvenil?
-Yo creo que es, tomándolo con la debida cautela, una brisa fresca. Es estimulante lo que pasó, porque el equipo se clasificó a falta de una fecha, cuando hacía tiempo que Argentina no lograba con tanta holgura una clasificación así. Da la sensación de que empieza a haber un cambio y que puede ser maravilloso, porque si se da el cambio, el futbolista argentino es un diamante en bruto. Yo que recorro el país cuando me invitan a dar clínicas, me encuentro con talentos de una calidad técnica muy elevada. Nosotros tenemos que estar preparados para saber pulir ese talento. Si hoy en día nos encontramos con que Batista le está dando forma y va encontrando una línea conductual, y la pueden seguir Aimar y Placente, con Scaloni en el primer equipo, nos va a marcar un indicio del camino que tenemos que transitar. A mí me encantaría que a ese camino lo podamos transitar todos juntos, es decir, de que todos tengamos la posibilidad de perfeccionarnos, de que todos tengamos acceso a Menotti, a Aimar, a Batista, a Scaloni. Y que nosotros, desde nuestro humilde lugar, podamos hacer un trabajo como se hace en todas las federaciones europeas, donde todos los clubes trabajan mancomunadamente en función de la federación y de la selección respectiva. Pero desde ya que me pone muy contento lo que se está viendo y ojalá que siga así el cambio.
En un fútbol exportador como el argentino, ¿se aceleran los tiempos en la formación de jugadores?
-Desde mi humilde opinión, esto es sencillo, ¿cuántos chicos de 15, 16 o 17 años hay en la actualidad en Primera División? Dentro del contexto de un fútbol de exportación, no se pueden acelerar los procesos de maduración, cuando el chico no está preparado ni física, ni mental, ni psicológicamente, ni muscularmente para aguantar los ritmos de Primera División y mucho más todo lo que tenga que ver con un fútbol de elite, de Champions League, de selecciones… El chico, en el proceso madurativo, necesita pasar por diferentes etapas dentro del aprendizaje que son fundamentales. Hay edades básicas donde tienen que jugar muchísimo, que va desde los 5 hasta los 13, 14 o inclusive 15 años, donde tiene que aprender jugando. A partir de los 15 años se les puede incluir elementos de índole física, táctica, sistemas de juego. Esas etapas son inalterables. Dentro de los dos ciclos que te mencioné no puede estar exento el juego, porque en definitiva esto es un juego. La etapa de maduración te la va dando la pelota, te la va dando la velocidad, la paridad de lo físico, la paridad de las capacidades intelectuales, la capacidad de interactuar con tus compañeros y con el rival, el entendimiento del juego...A todo ese proceso hay que vincularlo con un crecimiento desde tempranas edades hasta una edad de poder debutar en Primera. Y en Primera es donde se empiezan a hacer los exámenes en profundidad, para sacar conclusiones de cómo hay que jugar. No aceleremos los tiempos, que no haya premura en acelerar los tiempos para vender un jugador que a lo mejor con 15 o 16 años se va a Europa y cuando tiene 18 vuelve a la Argentina porque no se pudo asentar, porque todas las etapas madurativas de la formación evidentemente no las tenía incorporadas.
En los últimos días se habló mucho de la extraordinaria velocidad del colombiano Sebastián Villa, al que se le reclama mejores decisiones en los metros finales, ¿cuánto se puede mejorar la toma de decisión en un futbolista de Primera División?
-La toma de decisiones la podes mejorar hasta que te retirás. Ahora, la toma de decisiones no tiene que ser un condicionante meramente y propiamente dicho de la velocidad. La velocidad es un condicionante físico, la toma de decisiones es un condicionante mental. Compatibilizar las dos cosas tiene que ver con el entendimiento del juego para saber y defender, a ciencia cierta, los tiempos, que te van dando mayor o menor velocidad: una jugada en espacios reducidos, una en espacios más amplios, una acción combinativa, una conducción de 15 metros, una conducción más larga… Para que tome decisiones, al jugador hay que ayudarlo a pensar. La toma de decisiones puede empezar en la casa y transcurre en el colegio, en la universidad, ¿cómo no va a transcurrir en el fútbol? Ahora, si la toma de decisiones pasa únicamente por el instinto y no por el raciocinio, mayormente la decisión es equivocada. Cuando la decisión va acompañada del raciocinio, desde el pensamiento puro, ahí uno puede entender la velocidad, los cambios de ritmo, cuándo corresponde pase corto, cuándo un pase largo, cuándo acelerar, cuándo frenar, cuándo puedo presionar, cuándo no. Es decir, siempre estamos tomando decisiones, ahora, hay que ver el momento en que tomamos decisiones. Porque no es lo mismo tomar decisiones en edades formativas, donde yo valoro mucho el error, que en Primera División, cuando a lo mejor tenés tres situaciones de gol y errás las tres y entonces empatás o perdés. Vos tuviste tres situaciones y no aprovechaste ninguna. Eso significa que el 100 por 100 de tu condicionante para definir no está aún desarrollado. Y puede pasar que muchos jugadores, por esa premura y por esa falta de toma de decisiones, no se puedan afirmar en primeros equipos. El futbolista debe tener la calma necesaria para tomar la decisión más apropiada.

En tiempos de tecnología de avanzada, ¿el formador se debe apoyar mucho en las imágenes para enseñarle al futbolista a comprender el juego?
-Tiene mucho que ver con las imágenes, es decir, con el aspecto cognitivo, y con el aspecto conductual, que es lo verbal. No te olvides que estamos tratando con seres humanos: niños, jóvenes y adultos. Son todas etapas que, bien diferenciadas, se traducen en el éxito final en cuanto a un jugador bien formado. Hoy un jugador tiene acceso a cosas a las que antes nosotros no teníamos. A ver partidos de todas las ligas, jugadores de todos los niveles, de todas las estructuras físicas y características. Para mí es esencial que haya un aspecto cognitivo importante pero más aún que haya un aspecto conductual. Es decir, el mensaje que uno va dando en todas las categorías para que el jugador llegue bien formado. Esto significa que a veces a un jugador hay que dejarlo que se equivoque mucho y hay que marcarle el error con la virtud del acierto. En mi caso particular, para corregir a un futbolista en el error, primero le marco varias cosas positivas y, cuando lo tengo de forma receptiva, ahí corrijo el error. La comunicación parte pura y exclusivamente del conductor, que es el entrenador. Si el entrenador no tiene un bagaje cultural alto, el jugador no va a comprender. Tiene que estar muy capacitado el entrenador para comunicar. A veces se da un mensaje simplista y no se prepara al joven para la elite. Si el conductor no está bien formado, no le puede vertir los conocimientos al jugador.
¿En cuánto afecta al jugador la poca tolerancia al error por parte de un entrenador?
-Afecta notoriamente. Yo tengo que consciente de que me voy a equivocar y de que me voy a seguir equivocando como formador para poder seguir aprendiendo. Imaginate si al jugador le bajo el mensaje de que no se puede equivocar... La toma decisión siempre va a ser con miedo, condicionada. Y cuando hay miedo y duda, el jugador no se anima. Que uno haya sido un gran futbolista no significa que va a ser un gran formador o un gran entrenador. Las épocas han cambiado. Antes no se hablaba tanto, hoy se habla mucho. Hoy uno tiene el acceso a mucha lectura. Un formador tiene que desarrollar muchísimo su capacidad intelectual, la capacidad interpretativa de los diferentes sistemas de juego, de los jugadores que le van llegando: no es lo mismo un argentino, que un alemán o un camerunés. La idiosincrasia del futbolista influye mucho. No es lo mismo la idiosincrasia de un jugador de los años 60, de los 80, del 2000 y de la actualidad. Ha cambiado mucho todo: buenos hubo toda la vida, malos y mediocres también, pero hoy en día tenemos las herramientas mucho más cercanas que antes. Hoy en día, un arma vital es la comunicación. Si yo no comunico bien, de nada me sirve que haya sido un excelente futbolista, porque seguramente no estoy preparado para afrontar la decisión de pararme adelante de un grupo de jóvenes donde les tengo que marcar una idea o una filosofía de juego y no tengo herramientas, no tengo palabras, lenguaje, vocabulario, no tengo riqueza técnica más allá de lo que yo fui como jugador. Eso sumado a que si no me sé rodear de un buen grupo de trabajo… Yo confío plenamente lo grupos de trabajo, me encanta trabajar en equipo y dejo que la individualidad sea parte del futbolista, para jugar en equipo, pero que se pueda expresar la capacidad creativa como u punto de partida importante. Yo puedo haber sido un excelente futbolista y hoy en día puedo ser un pésimo formador y un pésimo entrenador. Y a lo mejor puedo no haber jugado al futbol, pero haberme preparado psicológicamente e intelectualmente para llevar adelante un grupo de futbolistas o un grupo de trabajo de una manera óptima.
Tanto en Primera como en Inferiores, los jugadores creativos son los más señalados cuando un equipo no funciona y muchas veces son los primeros en salir. ¿Qué reflexión te merece esa situación?
-Cuando miramos a un chico que se viene a probar, lo que primero miramos es si juega bien, si tiene condiciones, si interpreta el juego. A ese jugador vos lo recibís con 11, 12 o 15 años, imaginate si no le das el tiempo, si no te tenés paciencia a vos mismo para transmitirle la tranquilidad para que ese talentoso se exprese. Si en la primera pelota que erró se le cae con todo el peso de la ley porque no nos está salvando con el resultado… Para mí el resultado que cuenta es que él se pueda equivocar mucho, para que el talento pueda fluir en tiempo y forma. Ahora, ese tiempo y forma, no hay un entrenador en el mundo que te pueda dar con peso y exactitud cuándo va a ocurrir. A los tiempos naturales de procesos, de enseñanzas y de crecimiento, hay que dejarlos que maduren. A esos talentosos hay que dejarlos madurar. Pasa en todos los niveles. Cuando te dicen: “Este jugador no está para tal y tal cosa’’, después se lo sienta en el banco y cuando la cosa va mal es el primero que entra. ¿No será que al talento lo juzgamos antes de tiempo y después, cuando nos “salva”, no le queremos reconocer el mérito que le corresponde? Si tenemos el talento, defendámoslo, porque el talento va acompañado de una buena enseñanza, y esa buena enseñanza la tiene que tener el formador si se sigue formando. Yo trato de seguirme formando todos los días, trato de aprender de todo el mundo. Hablo con Menotti, con Valdano, con Tocalli, con el maestro Tabárez, y de todos, que me reciben con un grado de educación y respeto excelentes, saco cosas. Porque yo soy simplemente un formador de a pie que tiene que aprender para tratar de equivocarse lo menos posible en las etapas de enseñanza y de formación de los futbolistas, para que el talento, cuando me viene a mí, yo no lo desnaturalice, lo haga crecer.
Es decir que ese jugador creativo necesita realmente del apoyo del entrenador para animarse…
-El apoyo real es la confirmación de que confiás en él y de que si estás confiando en el error, cuánto más aún en la virtud. Ahí es donde yo digo que en el error tiene que aparecer el formador. En la virtud tiene que aparecer el futbolista y el formador se tiene que retirar. Los verdaderos autores de la creatividad y la belleza en el fútbol van a ser siempre los futbolistas.
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