Entrevista Realizada en Mar del Plata
- alvanezziformador
- 29 ene 2016
- 7 Min. de lectura

Hace cinco años que Facundo Alvanezzi emigró a Suiza para formar parte del Basilea FC. Hace cinco años que dejó Mar del Plata para iniciar una experiencia única, que marcó un antes y después en su carrera como entrenador de fútbol, más allá que se describa como un formador de jugadores. De visita por la redacción de “el Retrato…”, el técnico marplatense aprovechó la oportunidad para hablar de su trabajo, de las diferentes realidades que se viven en el fútbol suizo y argentino, la escases de proyectos futbolísticos en nuestro país, siempre desde la visión de un formador. Admirador de César Luis Menotti (para él, el mejor de todos) y defensor del buen juego, entremezclado con conceptos e ideas claras, que supo defender los colores del Basilea FC como jugador y ahora como DT. Exfutbolista de Deportivo Norte y Kimberley, extécnico de Cadetes y Aldosivi. “Soy un entrenador que se dedica a trabajos específicos con todos los juveniles. Tecnificación, corrección de movimientos y trabajo por líneas, son algunas de las tareas que me competen. Pero también soy muy consultado por los técnicos de cada división. Durante la semana y en medio de los partidos. Es decir, ocupo un espectro muy amplio e importante”, comentó quien aprovechará su descanso en “La Feliz” para “recargar pilas”, según dijo, y mentalizarse nuevamente de cara a su regreso al Viejo Continente. "Me hubiese gustado dejarle mucho más a Mar del Plata" Cada vez que Alvanezzi regresa a su ciudad natal, le cuesta más regresar a Suiza, más allá que en Europa esté su vida profesional y se sienta orgulloso por el respaldo que tiene su trabajo. Pero Mar del Plata, para él, sigue siendo su lugar en el mundo. No obstante, cuando recuerda por qué se fue, la cosa cambia. -¿Le hubiese gustado no irse de Mar del Plata? -Siempre me quedará esa espina. Al no haber un plan definido ni un trabajo a largo plazo, ni tampoco un entendimiento entre los dirigentes, para que sepan de qué uno les habla, se me hace muy difícil trabajar acá. Que cambien a cada rato los entrenadores y coordinadores de las inferiores, o a su vez los técnicos en Primera, incluso los sistemas de juego, lo complica aún más. Pero como nací en Mar del Plata y me encanta mi ciudad, me hubiese gustado dejarle mucho más a Mar del Plata. El Barcelona es el Barcelona porque hace 30 años que, en su cantera, trabaja con una determinada manera. Entonces, les lleva 30 años de ventaja al resto de los clubes. Diferencia que se nota en el equipo que hoy conduce Gerardo Martino y que no hace mucho brillaba con Pep Guardiola. Ahora bien, a nivel local, no hablemos de 30 años, ni siquiera 15 o 10. Hablemos de un periodo de 2 a 5 años. Pero qué club te garantiza ese lapso de tiempo, un ciclo vital de acuerdo a las edades a trabajar, para que crezcan y se desarrollen. -¿Regresaría a trabajar al país? -Hace un tiempo recibí una propuesta tentadora de un club grande de Argentina, pero no quiero decir el nombre por una cuestión de respeto. Honestamente, no me lo esperaba. No me gusta hablar de mí, pero me llamaron por mi conocimiento sobre el Barcelona de España: cómo entrenan, cómo se manejan y demás. Querían aplicarlo en el país. Pero como choco con la mentalidad de los dirigentes y muchos entrenadores que están acostumbrados al resultado y no al juego, porque no comparto el término ganar como sea, dije que no. Ojo, los chicos siempre quieren ganar y está bien, es lógico. Eso forma parte del juego. Pero también puse sobre la balanza la inseguridad que se vive en el país. De hecho, ese club tampoco me garantizaba expresarme con plenitud. -A la distancia, hoy por hoy, ¿Kimberley es el mejor proyecto futbolístico de Mar del Plata? -Evidentemente, los logros que han tenido a nivel local y regional es producto de un trabajo muy serio. Cuando un club trabaja con bases sólidas, quizás llevará un poco más de tiempo, pero tarde o temprano los resultados llegarán. Y eso mismo pasó. Ojalá que pueda continuar por esta senda y no se quede en el Argentino B, que pueda ascender nuevamente y potenciar el fútbol de Mar del Plata. Sería fantástico. Sin embargo, a simple vista vemos que en otras instituciones de la ciudad hay un estancamiento. Pero qué bueno sería que Aldosivi, Unión y Alvarado puedan subir escalones. Para eso, primero habría que replantear qué se quiere para el fútbol marplatense. De primer nivel En otro tramo de la rica y distendida nota con el entrenador marplatense, hizo foco en su última estadía en Suiza. ¿El motivo? La inauguración del Centro de Formación Deportivo del Basilea FC. “Algo monstruoso, de primer nivel”, según acotó. Satisfacción mediante, no dudó al afirmar que “está a la altura de cualquier otro club de Europa” y describir que “se montó una estructura para que el jugador solo se dedique a entrenar y jugar, porque se crearon vestuarios, saunas, gimnasios, piletas de natación, canchas de césped sintético…algo fenomenal”. De hecho, tras recorrer las instalaciones del Bayern Munich en Alemania, como también del Sevilla en España, entre otros, añadió que “no tengo dudas que quedó entre los mejores”. En ese marco, sostuvo que “todo lo que tiene que ver con el Centro de Formación está nucleado al lado del estadio principal St. Jakob, el lugar donde los chicos entrenan y comen. Además, apartado de lo que sería la cancha donde juega la Primera División, se inauguraron dos torres, que prácticamente son departamentos para los chicos de elite, que no superan el número de 20 jugadores”. -¿Basilea, hoy por hoy, es un club de elite? -Partamos de la base que, todos los años, está entre la Champions League y la Europa League. Después, nuestro nivel de formación está muy bien considerado. De hecho, muchos de los jugadores son requeridos por el Manchester City, Barcelona y Real Madrid, por ejemplo. -¿El fútbol argentino está muy lejos de ese panorama? -Desde lo estructural y organizativo, donde cada uno debe cumplir su función y a su vez trabajar en equipo, sí. La ventaja que tenemos los argentinos es que, por obra de la naturaleza o gracia de Dios, los jugadores siguen surgiendo. Allá hay una población de 7 millones de habitantes y acá una de 40, cuando tradicionalmente siempre fuimos una nación futbolera. No descubro nada al decir que en cada liga hay un argentino que sobresale y se adapta a cualquier lugar. Eso marca la diferencia desde lo futbolístico, pero no desde lo organizativo. En esa misma línea, el DT no dejó escapar que “todos nos ponemos contentos cuando surge un Carlos Tévez, un Sergio Agüero, un Lionel Messi, un Juan Román Riquelme, y por ahí pensamos que estamos formando bien. Y no nos damos cuenta que llegan por condiciones naturales”. “En Suiza – continuó – siempre me preguntan cómo es nuestra formación y, estando afuera, me cuesta hablar. Tuve la suerte de ver y apreciar los procesos de José Pekerman, Hugo Tocalli y Marcelo Bielsa, quienes dejaron una huella muy profunda. El problema es que ellos no están y lo estamos padeciendo”. Comparaciones: También se detuvo, modestamente, a dar su punto de vista sobre las diferencias que existen entre Suiza y Argentina. Desde la mentalidad del jugador juvenil hasta -¿Es diferente la mentalidad del jugador argentino con relación al suizo, por ejemplo? -Varía bastante porque acá, en Argentina, el jugador madura mucho antes. La iniciación, el cómo llegar y ayudar a su familia, obliga al jugador inmediatamente a tener una mentalidad muy fuerte, algo que les posibilita debutar en Primera a los 16, 17 o 18 años. Algo que en Europa es más difícil que pase. Son pocos los clubes que se animan a poner a un juvenil. -¿La presión que ejercen muchas veces los padres hacia sus hijos futbolistas, quizás con el propósito de encontrar la salvación económica, se evidencia también en Suiza? ¿O esa situación es más bien argentina? -Es diametralmente opuesto. Acá, en Argentina, los padres están con un grado de desnaturalización total en relación a sus hijos y el resto de los compañeros. Ellos buscan que la pirámide se invierta. Es decir, que el chico pueda salvar a la familia. Pero no nos damos cuenta que estamos depositando, sobre la espalda de un chico de 14 o 15 años, la responsabilidad de mantener una casa, sin saber si luego podrá o no llegar a Primera. Por mi experiencia en Basilea, los jugadores que tienen condiciones van al Centro de Formación y entrenan de manera diferenciada, en relación a lo que sería el resto de algunas divisiones. Sin embargo, como todo club que está bien organizado, uno sabe quién es cada jugador y cómo se comporta. Y al ser una sociedad que está muy bien en la parte económica, los padres no vuelcan ninguna presión sobre sus hijos para que lleguen a Primera. Entonces, están más liberados para ejercer lo que más les gusta, que es jugar a la pelota. Y los que lleguen, llegarán por decantación, si es que tienen condiciones. Alvanezzi, siempre claro en sus respuestas, sin ánimos de sacar “chapa”, también desenfundó que “el fútbol no escapa de la realidad que vive nuestro país. Argentina tiene un enorme potencial, pero está mal balanceado. Entonces, por qué el fútbol tendría que ser la excepción”. Momento emotivo: Alvanezzi no quiso dejar pasar lo que vivió semanas atrás en Basilea. Algo que lo llenó de orgullo. “Jamás me hubiese imaginado la despedida que tuve por parte de los jugadores, entrenadores y dirigentes. Eso significa que algo les estoy dejando. Pero, entre felicidad y emoción, me puse a pensar en el no reconocimiento de mi país y ciudad. Pero lo digo con total humildad, lejos estoy de la fama. Porque tampoco entiendo a quienes no consultan a entrenadores con mucho más trayectoria que yo, eso que hay material en Mar del Plata”, dijo.
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